lunes, 17 de noviembre de 2008

Frío bajo cero en Sierra Nevada



Con guantes, gorro y bufanda, salimos a recorrer las calles de Granada. Empezamos por el Albaicín, el barrio de casitas blancas que constituye uno de los núcleos antiguos de la ciudad. Hay numerosas iglesias y miradores; el de San Nicolás, ofrece una vista de la Alhambra espectacular.



Después bajamos hasta la Carrera del Darro, la calle que discurre a lo largo del río. En una de las calles que suben desde este paseo hay una tetería que recomiendo, se llama El Bañuelo; la verdad es que apetecía entrar para recuperarse un poco del frío, a pesar de que los cristales de las gafas se empañaban por el contraste de temperatura.

El paseo por los alrededores de la Catedral también era muy agradable, si no tenemos en cuenta a las gitanas que te querían vender el romerito…; si se lo compras te echan la buenaventura y si no, un mal de ojo, así que ¡cuidado!

También son típicos de allí los cármenes, quintas granadinas con huertos y jardines, verdaderos palacetes rodeados de pérgolas, miradores y albercas, usados como fincas de recreo por los musulmanes. Destaca el Carmen de los Mártires.

Apuntes de gastronomía.
La costumbre andaluza, y de otras regiones españolas, de servirte una tapa en los bares con la bebida, debería extenderse a Catalunya, ¡que tan tacaños no somos, cony! Y la gente estaría más contenta y consumiría más. Habas fritas con jamón, migas o el típico gazpacho andaluz, son algunos de los platos que podéis probar en Granada.

Entre mis compañeros de desayuno hay una costumbre ancestral: el que hace un viaje “debe” traer, cuando vuelve, algo típico del lugar. Por eso, una tarde la dedicas a recorrer supermercados, pastelerías, confiterías, para dar con el producto adecuado, aunque siempre acabas comprándolo en el aeropuerto. Ahí es donde compramos un dulce típico granadino, los piononos. ¡Qué delicia de pastelitos! Hasta he descubierto una página web en la que puedes hacer un pedido y ¡te los envían a casa! Aunque lo mejor será volver a Granada para comerlos, así os contaré más cosas sobre esta fantástica ciudad a los pies de Sierra Nevada.

1 comentario:

Núria dijo...

¿Queréis saber por qué se llaman piononos?
Rafa me explicó que el nombre lo pusieron en honor de Pío IX, y al parecer, su forma imita la de la cabeza de este papa. Ponedle imaginación.