lunes, 28 de octubre de 2019

Al fresquito de Galicia

Hace tiempo que no cuento nada nuevo por aquí. Y no es porque no haya hecho viajes y salidas en estos últimos meses (¿años?). Diré que me reservaba para algún viaje especial, como el de este verano, de esta manera quedo bien con mis anfitriones y justifico mi pereza o mi “falta de tiempo” para escribir algo interesante.

Mis vacaciones este año duraron solamente una semana y decidimos no viajar muy lejos. Pero todo es relativo, porque si vas a Galicia en coche, por eso de ahorrar unos euros, el viaje se te hace más largo que un día sin pan. Nuestro principal objetivo era visitar el pueblo de Esther, Vilanova, en la provincia de Orense, ya que éste se había presentado como candidato al premio "Ese pueblito bueno", inscrito en la categoría "No es lo que hay, es lo que se siente".
La primera parada antes de llegar a Galicia fue en Ponferrada, para visitar al día siguiente Las Médulas, unas minas de la época de los romanos en la comarca del Bierzo. Todo un espectáculo de imponentes rocas de color rojizo. 


Las Médulas

Antes de llegar a Vilanova encontramos un obstáculo. Un camión que transportaba el equipo para la orquesta de las fiestas cortaba la carretera en el pueblo de Ponte, a 3 km. Así que dimos un rodeo, que valió la pena, porque los paisajes por aquella zona son muy bonitos, auténticos pueblos de montaña. Un rato más tarde llegamos a destino sin más contratiempos. Me puse mis gafas para estar bien atenta a todo, saqué libreta y bolígrafo, y comencé con mis valoraciones.

-Apartado naturaleza y patrimonio
Tuvimos muy buen tiempo esos dos días, hicimos pequeñas caminatas para hacer hambre, una de ellas a unas antiguas minas de Wolframio, aunque lo que quedaba de ellas estaba bastante en ruinas; no les habría costado nada darles un pequeño retoque antes de la visita de los jueces.





Minas de Wolframio

Vimos rebaños de ovejas cruzando el pueblo, alguna cabra perdida por el monte (más que verla la oímos), paisajes verdes hasta donde alcanzaba la vista y un cielo plagado de estrellas en una noche despejada. Todo ese ambiente idílico y de postal nos habían preparado nuestros anfitriones. Aunque Esther siempre nos decía que en su pueblo no había nada, a mí me encantó; quizá porque encontré ese "nada" que de vez en cuando necesitas en tu vida, y que la gente de ciudad buscamos en entornos rurales como ese.




Vilanova

Nos llevaron al embalse de Prada, donde hay una zona recreativa con bar, y una playa para los bañistas. En esos días de verano hay luz hasta casi las diez de la noche, aunque cuando el sol se pone la temperatura baja unos cuantos grados.



Puesta de sol en el embalse de Prada

Nos acompañaron el último día por la Ribeira Sacra, visitamos el Monasterio de San Pedro de Rocas y el Monasterio de Santo Estevo. El primero es muy curioso, ya que está construido en la propia roca. Por la tarde fuimos al Cañón del Sil, con sus impresionantes vistas del río desde los Balcones de Madrid. Allí nos despedimos de Esther y David, y fue una lástima que no pudieran recorrer con nosotros las aguas del Sil con el catamarán.


Monasterio de San Pedro de Rocas


Cañón del Sil

Todo ese paisaje me hizo recordar mi primera visita a Galicia, haciendo el camino, pero eché de menos ver algún hórreo; según me dijo Esther, no son frecuentes por esa zona.

-Apartado gastronomía
En las Médulas probamos el botillo, especialidad gastronómica de la zona, y ese fue el inicio de un sinfín de festines culinarios durante el viaje.
El día que llegamos a Vilanova nuestros amigos nos recibieron con una buena cena: ensalada, empanada de carne, de atún, y una tarta para celebrar el cumpleaños de Esther, aunque no era necesario celebrar nada para tener ganas de llenar la barriga!
Como aspecto negativo diré que nos habían ofrecido pulpo a feira y luego no pudimos comerlo, alegando en su defensa que el familiar que lo preparaba se había jubilado hacía poco. Tomo nota de la circunstancia...
Comimos también en el Parador del Monasterio de Santo Estevo. La comida estaba buena, pero sinceramente creo que disfruté más de los auténticos restaurantes de carretera en los que nos deteníamos sin planearlo.



Ya de vuelta en Bareclona, recibimos unas fotos de Esther en las que nos mostraba los manjares que probaron el día de la fiesta del pueblo, nada menos que empanada para cuarenta personas y flan de ochenta huevos (huevo arriba huevo abajo); no sabemos si querían ponernos los dientes largos al ver lo que nos habíamos perdido o simplemente compartieron su alegría inocentemente.

-Apartado diversión
Nos instalamos en “el apartamento”, y antes de irnos a dormir, echábamos una partidita los cuatro a un juego de preguntas ¡de hace 30 años!  David intentó ganarme pero no lo consiguió, jaja. ¡Cómo nos reímos con Shogun! Sabíais que Carlos Mata presentó en TVE 1 un programa llamado Pero, esto qué es?. Vicenç se pasaba casi toda la velada durmiendo, pero cuando se despertaba nos dejaba anonadados con respuestas como la del Talgo, tren que debe su nombre a sus dos fundadores. 
Pero lo que más dio de sí, fueron unos vídeos inspirados por mi tía y protagonizados por Pollo y Angry, las estrellas del momento para cualquier felicitación de santo o cumpleaños. Nuestros amigos colaboraron con entusiasmo en la elaboración de los vídeos. No sabemos si mi tía se lo tomó tan bien...



Nuestro viaje prosiguió por las comarcas de Orense y Lugo, pero ya no pudimos disfrutar de la compañía de nuestros amigos, que nos habían tratado estupendamente. El tiempo también cambió, tuvimos días de lluvia que no nos impidieron disfrutar de todo lo que hicimos. Seguimos comiendo y comiendo, pulpo, cachopos, chuletones...en general más carne que pescado. Juanjo nos había recomendado un par de restaurantes, uno de ellos cerca de Foz, en la costa. Y el último día visitamos la Playa de las Catedrales, casi en la frontera con Asturias, una playa no recomendable para pasar el día tumbado al sol, ya que hay mucha gente e incluso se forman colas para bajar a la arena; sin embargo es muy curioso ver como quedan al descubierto las formaciones rocosas cuando baja la marea.

Playa de Las Catedrales

Un fin de viaje bastante interesante, pero ya nada era igual que en esos dos días, porque echábamos de menos a nuestros “pollos”.

PD: Y como sé que estáis esperando el veredicto final, os diré que no tengo más remedio que otorgar un empate a los 3 pueblos visitados con mis amigos, así que ya pueden ir pensando en volver a invitarme y sacar sus mejores galas, porque hay una medalla en juego.

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